Susana Guerrero en la colectiva “Nosotras” en el estudio madrileño del artista Dagoberto Rodríguez

Nosotras” presenta a Susana Guerrero (España, 1972), quien “reformula antiguas mitologías”, a través de “su experiencia de lo sagrado”, en un proceso creativo asumido “como un ejercicio de purificación, una ofrenda invocadora del milagro” y Rosell Meseguer (España, 1976), creadora multidisciplinaria que “emprende intensas y extensas investigaciones en ámbitos científicos, históricos, poéticos, mágicos y plásticos”; Yanelis Mora Morales (Cuba, 1984), autora enfocada en el desarrollo de “una técnica del patchworkdenominada Foundation Paper Piecing con la que realiza obras textiles de pequeño y gran formato”.

Junto con otras autoras concurren en esta ocasión con obras pertenecientes a importantes colecciones privadas. En cambio, otras tres artistas han realizado piezas especialmente para “Nosotras”: Lorena Gutiérrez Camejo (Cuba, 1987), quien en sus instalaciones, site-specific, objetos, pinturas y fotografías “canaliza sus preocupaciones mediante el camuflaje, usado [en tanto] principal estrategia de la imagen del poder”; Laura Lis (Cuba, 1983), comprometida con “prácticas artísticas que cuestionan los regímenes de representación al uso” a fin de “desautorizar la tiranía del patriarcado dominante y excluyente en beneficio de la visibilidad de las mujeres en el sistema del arte”, y Alexandra Bornhorst (Perú, 1997), quien ofrece una impactante instalación que, a manera de altar, y en una suerte de ejercicio de sanación y de revisión personal, explora las relaciones entre pasado y presente desde su propia experiencia afectiva.

La conjunción de estas creadoras en “Nosotras” potencia sus respectivas vocaciones políticas. En diálogo, resulta más perceptible la idoneidad estética de sus desmontajes de los regímenes visuales hegemónicos, la inteligente asunción de antagonismos sociales e históricos, sus disputas de los códigos culturales con que se representa a las mujeres, la resistencia común frente a procesos de subjetivación impuestos por el poder. En tal sentido, uno de los valores indiscutible de esta muestra es anudar voces procedentes de contextos políticos y geografías culturales diversos, y poseedoras de estilos desemejantes.

Nosotras, que contó además con la coordinación de Nayr López García, incluye en su nómina a artistas internacionales consagradas. Beth Moysés (Brasil, 1960), cuyos vídeos y performances, desde una estética a ratos militante, deconstruyen la violencia machista a partir de los propios códigos culturalmente sistematizados por “la femineidad”; Cristina Lucas (España, 1973), quien, mediante los diversos formatos ensayados durante su extensa trayectoria, no deja de indagar en esos mecanismos de poder que marginalizan y cosifican las experiencias femeninas; Marina Abramović (Serbia, 1946), “la abuela del performance”, una de las figuras más influyentes del arte contemporáneo, con una sólida obra que indaga en los límites físicos, psicológicos y mentales del individuo, y Regina José Galindo (Guatemala, 1974), “una de las mayores exponentes latinoamericanas del performance, con un reconocido trabajo que denuncia conflictos políticos y sociales de Guatemala, pero [que] bien podrían identificarse con problemáticas globales”.

De Cuba, por ejemplo, confluyen en ese grupo de creadoras con sólidas trayectorias  Consuelo Castañeda (1958), quien catapultó “la producción cultural de la vanguardia cubana al escenario internacional” y, asimismo, “contribuyó a cambiar [en la isla] la comprensión popular de la relación entre el arte y la política”, así como Sandra Ramos (1969), cuyas instalaciones, pinturas, videos y grabados ensayan una “recuperación de la memoria social e individual, vinculada a las dificultades de la vida cotidiana en Cuba”,  al tiempo que indagan en “temas universales como la soledad, la migración [y] la manipulación de la historia”.

A ellas se unen otras artistas que han arribado recientemente a los circuitos artísticos, pero que cuentan ya con un indiscutible reconocimiento: son los casos de Dora Smék (Brasil, 1987), quien investiga, a través de sus esculturas, instalaciones, fotografías, vídeos y performances, “los procesos de adaptación [del cuerpo femenino] en situaciones de tensión”; Flavia Junqueira (Brasil, 1985), artífice de relatos “imaginarios, caprichosos y festivos, donde nos sumergimos en el paisaje lejano de [su] cultura nacional, sintiendo el peso de la historia, escuchando el silencio del pasado”, o Nadia Granados (Colombia, 1978), cuya obra ausculta críticamente “la representación de la violencia estatal en los medios de comunicación, el machismo institucionalizado, la pornografía heterosexual y la violencia contra la mujer” en América Latina, particularmente con “su hipersexualizado personaje La Fulminante”.

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